domingo, septiembre 10, 2006

Visita a los campamentos: Ejercicio de autocrítica.
Por: Hectroy, Il Volcano



Se cumple ya un mes de resistencia pacífica. Y tanto en la expresión palpable de los campamentos de la ciudad y del apoyo en toda la república, como en la percepción de la sociedad, la energía del movimiento se mantiene en alto y aun como cobrando un impulso mayor en su camino hacia la Convención Nacional Democrática. Un recorrido por los campamentos desde la Fuente de Petróleos hasta el Zócalo o a la inversa, muestra una actividad variada y multicolor.
Escudriñar las carpas es una experiencia de vitalidad y diversidad. Templetes improvisados para eventos culturales. Sillas dispuestas para conferencias, proyecciones o debates. Mesas para diseños y juegos. Muros de tela para exposiciones de dibujo, fotografía, carteles, instantáneas creaciones en papel. Expresiones múltiples, imaginativas, sorpresivas, de apoyo, denuncia, repudio… Cocinas improvisadas de múltiples olores, colores y sabores. Gente transitando, observando, participando… Un cantor con su guitarra, un lector con un poema, un orador con el debate. Paco Taibo II con el buen desmadre, Gabino Palomares con la sencillez, Héctor Bonilla con su parsimonia, Héctor Ortega con su apoyo, El Tata con su gracia, Cynthia Paris con la serenidad de su belleza… Todo el que quiere acude, cabe y participa. Pantallas con los documentales de Mandoki y, sin faltar, la conexión por Radioamlo, Radio Bemba o Monitor para escuchar a López Obrador y los otros oradores de la Asamblea cotidiana. Y los que están en el Zócalo apoyan y cimbran con sus vítores la gran plaza. Y en Madero, Juárez y Reforma la gente se detiene a escuchar los altavoces y también aplaude y ríe. Al terminar los mensajes, el pueblo se derrama por las calles y la atmósfera adquiere tonos de festejo. Los niños juegan, los adultos comen; todos expresando espontaneidad, libertad y alegría. Esta es la humana realidad del movimiento social que aspira a una revolución pacífica verdadera. Que aspira a la transformación del país para superar los lastres del pasado, la desigualdad, la injusticia y la simulación. Sustituir la democracia de escenografía, la democracia sin adjetivos, por una auténtica democracia con justicia para todos los mexicanos.

Desde el inicio de la convocatoria para instalar los campamentos, López Obrador llamó a la realización de actividades artísticas y culturales a lo largo de los mismos. Como se ha establecido aquí, hasta ahora la vitalidad de las expresiones ha sido fructífera. Sin embargo, ahora quisiera establecer algunos puntos de crítica que pretenden contribuir al enriquecimiento de la manifestación artístico-cultural de este movimiento histórico. La crítica se propone en dos planos: en lo que se ha hecho y en lo que se ha dejado de hacer. Naturalmente, queda claro que las participaciones y contribuciones artísticas han sido y serán del todo voluntarias y entregadas con la convicción puesta en el movimiento. Además, han sido presentadas, en muchos casos, no con las mejores condiciones en términos de los auxilios técnicos. Por ello, un juicio estético académico quedaría fuera de contexto. Aquí se trata sólo de contribuir a la causa atendiendo al llamado del espíritu como percusor de experiencias enriquecedoras.

A) Se ha hecho lo que se ha podido, lo que ha habido. A la convocatoria original han respondido artistas e intelectuales de una condición variopinta. Casi todas las ramas del arte han tenido un espacio. También han acudido con entusiasmo aquellos que son conocidos como artistas de la calle: mimos, payasos, imitadores, danzarines de salón, cantores con guitarra, etc. Muchos han ido espontáneamente a ofrecer su expresión a los responsables de coordinar las actividades culturales en cada uno de los templetes o carpas. Otros han sido invitados por estos mismos coordinadores. Unos y otros han ofrecido lo mejor de sí con sinceridad. Voluntariamente, sin cobrar ni un peso, y no como algunos detractores han pretendido difundir.

B) Lo que se ha dejado de hacer. Esto está en función de la ausencia de un concepto básico: Que un movimiento social histórico como el que hoy sueña con una revolución pacífica debe ir también acompañado de una transformación cultural, de una revolución del espíritu. De la renuncia a los moldes viejos. Y esto se refiere básicamente, hoy, al abandono de los modelos visuales y auditivos que han ‘educado’ al país durante las últimas décadas y que, desde la perspectiva del movimiento político y social que se libra, son no sólo decadentes sino indeseables. La renuncia a la televisión, a la radio y al cine comercial. A lo que ha convertido el potencial creativo de estos medios en un mero sentido de entretenimiento, confusión, ignorancia, estupidez y, lo que es más grave, manipulación. Estos medios generan su propia música, sus telenovelas, espectáculos, series, películas, etc. Y naturalmente que este sentido está expresado en sus productos. Por otro lado, es públicamente conocido también cómo la mayoría de los medios de comunicación se involucraron en el proceso electoral favoreciendo perversamente al oficialismo y al prianismo. De allí que muchos simpatizantes han llamado al boicot. Por eso llama a sorpresa que en muchos de los campamentos, cuando no se está desarrollando alguna presentación en vivo, los altavoces, las pantallas y los televisores estén sintonizados en la programación de música de cancioneros de la radio y la televisión tales como el hijo de Aguilar o el de Fernández o de ‘quebraditas’ o etc. Extraña que se estén viendo las telenovelas del día de los dos canales principales o las malísimas series norteamericanas dobladas al español o inclusive el cine holywoodense de mala calidad.

Este hecho delata, en primera instancia, contradicción: ¿No se ha llamado a boicot? ¿No ha sido afectado el movimiento por la desinformación y la descalificación de las empresas televisivas o radiodifusoras? En segunda, una apatía y una grave irresponsabilidad de los encargados de la programación de los altavoces y las pantallas. ¿Qué no los responsables de actividades culturales de los campamentos tienen una obligación, no sólo logística, sino sobre todo ética, de impulsar un cambio en la percepción del espíritu? ¿Para qué reproducir el sistema regular de entretenimiento en los campamentos como si no fuera suficiente con lo que ya se tolera en los hogares de las familias mexicanas? ¿Qué no estarían estos coordinadores obligados a establecer una programación que promueva la lucidez, el arte, la poesía y que combata la estulticia de los medios masivos que han abusado de su poder para promover nada más que la ignorancia y el consumo irracional? Se entiende que no sea fácil combatir la costumbre y la dependencia a que está sometida la sociedad mexicana en relación a estos medios y a la cual no escapan muchos de los seguidores y simpatizantes de la resistencia pacífica. Pero está en manos de los responsables de la programación y el manejo de los altavoces, televisores y pantallas, desde el Zócalo hasta la Fuente de Petróleos, la posibilidad de estimular un cambio de percepción entre la gente de los campamentos y los visitantes. ¿Qué no se podrían coordinar entre ellos para una acción conjunta al respecto? ¿Por qué no eliminar de la programación lo mismo de siempre y que cunde como epidemia en todas partes, no solamente por ser lo mismo, si no porque no contribuye en absoluto ni al movimiento ni al espíritu, y preferiblemente volver a Chávez (¿dónde está Oscar Chávez por cierto?), Serrat, León, Rodríguez, por ejemplo, o a Tin Tan, el primer Cantinflas y en general al extraordinario cine mexicano o al cine clásico universal (Fellini, Kurusawa, Ford, Kubrick…). Y si no es mucho pedir, ¿podrían dejar escuchar algo de música clásica? ¿Sería esto algo realmente difícil de alcanzar?Este movimiento histórico merece también un movimiento del espíritu. Y esto es posible. Éste, más que crítica, es en realidad un llamado a la sensibilidad de los responsables de cultura desde la Fuente de Petróleos hasta el Zócalo.

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